lunes, 28 de julio de 2008

Todos lo somos

Todos somos buenos. Igual los cristianos estrictos lo tienen algo más difícil para ir al cielo porque, además de los 10 Mandamientos, tienen que cumplir algunos extras (haber elegido muerte). Pero el resto somos buenos. Los 10 Mandamientos se corresponden con la ley natural. Sabemos que matar está mal, robar algo menos mal que matar, etc., etc., etc. Y así sucesivamente.

Pero incluso los que somos buenos y tenemos la conciencia tranquila, sabemos -en el fondo- que no nos va a ser tan fácil pasar el filtro cuando nos miren con lupa. No hemos matado. Pero quién nos dice que no van a bajar puntos las veces que hemos odiado, las veces que hemos querido matar a alguien, las veces que hemos hecho algo de lo que nadie se ha dado cuenta... Esos pecados ocultos de los que nos sentimos inocentes porque nadie los conoce.

Pero resulta que en el mundo hay muchas personas que son buenas, como yo. Tampoco han matado. ¿Y si el cielo se rigiera por la ley de la oferta y la demanda? ¿Y si nuestras posibilidades de pasar la nota de corte dependiera de la cantidad de personas buenas y malas que murieran a la vez que tú?

El cielo tendría que ser enorme para albergar a todas las personas buenas del mundo. Pero tampoco puede coger sólo a las buenas-buenas, porque entonces el infierno tendría que ser mucho más grande que el cielo -y la masa se haría fuerte y quién sabe si no decidirían todos los malos invadir el cielo, hermanarse contra los santos-.

Ahora que aún no me han dicho a la cara cuánto tiempo me queda, debería ir a buscar cobijo en una Iglesia y recuperar mis costumbres de antaño. Pero funciono mejor bajo estrés, hay a quien le pasa.

Si en dos semanas no he escrito, estaré castigado. En una esquina oscura. O bailando con mi túnica blanca. Después de todo, yo soy bueno.

miércoles, 23 de julio de 2008

Acertijo para listos

Un acertijo que me contó mi hermano.

El Sr. López tenía una colección de monedas y decide repartirla entera entre sus 3 hijos. Al primero le da la mitad de las monedas más media. Al segundo le da la mitad de lo que quedó más media y al último la mitad de lo que quedó del reparto entre los dos primeros... más media.

¿Cuántas monedas tenía el Sr. López?

martes, 22 de julio de 2008

lunes, 21 de julio de 2008

Convivir o morir

¡Benditos pisos compartidos! (ODIADOS).

Aquí, aprendiendo a hacer encaje de bolillos, aprendiendo a comerme mis cabreos cuando llego a casa y la basura rebosa, aprendiendo a callarme y no perseguir al que le toca el turno de limpieza y se lo salta a la torera. Aquí...

Y mira tú que no llevo años ni nada compartiendo piso, unos 6 años exactamente, y no termino de acostumbrarme, no acabo de enterarme que "sentido común" no significa lo mismo para todos.

También debería haber aprendido ya que hay gente que ha desarrollado una gran capacidad para mirar selectivamente (estoy convencida de que las pelusas las ven como flores y los platos sucios como obras de arte, ah, no, que directamente los ignoran).

Somos todos adultos, no hay por qué perseguir a nadie, de hecho, no lo hago. Me abstengo, tomo aire, me encierro en mi cuarto, me voy a dar una vuelta... Y, al final, acabo recogiendo la basura, limpiando los putos platos y recogiendo las pelusas. Y me hago pez globo durante un rato.

Es una época, por supuesto, sería de locos vivir siempre con esta tensión (acumulada y escondida porque me la como con patatas, todo sea por un buen ambiente). En otras épocas, todos sabíamos lo que teníamos que hacer y respetábamos los turnos de limpieza y "sentido común" era lo mismo para todos. Tiempos felices.

Volverán las oscuras golondrinas... ¡¡que vuelvan pronto, por Dios!!

jueves, 17 de julio de 2008

miércoles, 16 de julio de 2008

SALAMANCA - Stencil


Ya los echaba de menos. Y eso que tengo unos cuantos en reserva.

lunes, 14 de julio de 2008

Milagros a mí

Tengo las notas en la mano, no son buenas, nunca lo han sido realmente. Sé que tengo que firmarlas y entregarlas. Estamos a lunes y el miércoles tengo que llevarlas al colegio. Dejo pasar los días, no sé qué espero, que mis notas mejores por arte de magia, que mis padres se olviden de que es época de resultados, que alguien me las firme, que no se enteren...

Qué sé yo qué esperaba. Un milagro, desde luego. Y qué terrible la espera. Qué sentido tiene alargar los malos momentos. Es mejor apechugar, aguantar el chaparrón y acabar cuanto antes con la agonía que supone estar día tras días esperando a que llegue el desastre. Cómo no me daba cuenta de que cada día iba agrandando el granito de arena.

Cuando firmaba las notas, la pregunta inevitable: "desde cuándo las tienes". Ya sabían que las tenía desde hacía días y yo que me creía tan listo, como cuando leía comics y los escondía debajo del libro de historia y pensaba que no se daban cuenta.

A lo que voy es que cuando mientes, se nota. Cuando retrasas un momento malo pero inevitable, no vives tranquilo. De nada sirve que la intención con que se retrasa el momento sea buena ni que la mentira sea piadosa. He tardado años en aprender la lección y sé que es mejor así pero a veces cuesta y sigo pensando que alguien, o el milagro esperado, va a evitarme el mal trago. Y nunca pasa.

Al final, si miento, me cazan; si intento retrasar la crisis, llega multiplicada por tres. Debería saberlo ya. Y lo sé, pero, después de todo, mi espítiru de niño sigue ahí. Sigo creyendo en los milagros.

martes, 8 de julio de 2008

¿Y si volviéramos 4 años atrás?

Quiero desconocerte y lo digo en serio. Volvería 4 años atrás y no te saludaría a la salida de la presentación, ni te hablaría en la primera fiesta. Y no habría ido a aquel viaje sabiendo que tú ibas a estar ahí. Ni nos habríamos tomado aquel Martini en el bar de la callejuela oscura y llena de sábanas tendidas. Sobre todo no habría ido a aquel viaje.

Te quedaste en aquel año y, años después, hemos retomado. Pero tú eres la misma persona y yo he cambiado. Bastante. Nada que ver con la sonrisa tímida que te lancé la primera vez. Nada que ver con la persona a la que veías con cara de seta cuando estabas llena de humo. Ni rastro de aquella persona que se sonrojaba apenas le decían algo.

O quizá sí. Es evidente que sí. Mucho que ver y a la vez no. Es difícil de explicar, han pasado muchos años y tú reconoces en mí lo que conociste y a la vez no me reconoces. Es difícil explicar y resulta contradictorio. Te quedaste ahí.

Me resulta difícil que la parte del yo tuyo que queda en mí no aflore cuando estoy contigo y a la vez quiero que veas lo distinto que soy. Nada que ver. Y todo. Y así todo parece contradictorio y no entiendes nada y yo tampoco. Ni el de antes ni el de ahora, a cada hora parezco una persona diferente sin coherencia ni hilo de Ariadna que seguir. Complicado. Y no nos entendemos y sí. Como viejos conocidos.

Quiero desconocerte y que tú me desconozcas. En el fondo sigo sonrojándome, ¿sabes? Pero quiero que me reconozcas ahora, sin pensar en aquellos dockers azules que viste aquel primer día, ni esa raya perfectamente trazada en mi pelo.

Me miras con ojos que dicen "sigues siendo el mismo, a pesar de todo". Y puede que sea verdad. Pero sólo cuando estoy contigo.

viernes, 4 de julio de 2008

Una noche con Buika, Hello Kitty y Groucho

Una noche rara, qué duda cabe. Increible final. Y tú. Y ellos. Y yo. Extraños cuatro.