viernes, 15 de febrero de 2013

La muerte nos pisa los talones

Hoy he salido corriendo para poner dinero en el parquímetro. Tan deprisa iba que no he visto un garaje y menos que subiera un coche por la rampa. Tampoco el conductor me ha visto a mí.

He acabado encima del coche, como en las pelis de acción. He echado de menos una voltereta y seguir corriendo sin mirar atrás mientras el tipo me maldice y me persigue entre calles oscuras y sinuosas que siempre acaban en un callejón sin salida del que escapo saltando una verja.

No ha sido así.

Simplemente he acabado con mis manos encima del capó, el tiparraco más blanco que la cera y yo con un ataque de risa absurda de esos que me dan en los momentos más inoportunos.

Entre risas he pedido disculpas y al final se ha reído.

He seguido andando, no corriendo pero sí deprisa.

La vida pasa rápido y hoy podía haber muerto. Cualquier día puedo morir. Hoy he sido consciente de lo inseguro de la vida. De mi vida. De las vuestras.

Mañana también puedo morir.

No quiero. No te mueras.