Con lo relajado que había venido yo de Galicia (por cierto, ¡¡impresionante...!!) ya estoy calentito desde por la mañana y juro que esta semana traía el propósito de ser una rama de bambú (nada me afecta...).
Ahora resulta que algo corre más prisa dependiendo de quién te lo pida y el nombre de esa persona (un pez gordo suele ser) se convierte en arma de chantaje y presión.
A la mala costumbre (demasiado habitual) de pedir las cosas para ayer y de malos modos (dónde quedaron los "por favor", "gracias", "siento presionarte"...), se suma un nuevo elemento: no tienes que darte prisa porque es algo urgente sino porque el tal J. es quien lo está pidiendo.
Igual es urgente de verdad o igual simplemente le ha entrado un capricho, vete a saber. El caso es que cuando alguien me pide algo y lo necesita rápido, intento ayudarle lo antes posible. Incluso aunque me lo pidan con una salida de tono les ayudo porque todos hemos tenido un mal día alguna vez. Pero cuando alguien me pide algo con prisas y la única razón que me da para que me dé prisa es que es para J. entonces me hierve la sangre.
Dime que por favor te eche un cable, que sientes molestarme, que me lo agradeces mucho, que te corre muchísima prisa y no puedes esperar... Adórnalo como quieras pero no me digas que esa es la única razón por la que tengo que dejar de hacer todo lo que estoy haciendo (y que para mí es mucho más urgente y más importante con toda seguridad) es que TU jefe (no el mío) quiere algo.
En fin, hay quien ha perdido la perspectiva.Un jefe no es un superhombre ni un jefazo es dios. Pueden esperar como todo el mundo y, por supuesto, pueden entender -como todos lo hacemos- que si pides algo urgentísimo a alguien a quien ni le va ni le viene, estás pidiendo un favor. Con lo cual, tienes que ser educado, guardar las formas y aceptar si la otra persona está en una reunión o si tiene algo mucho más urgente que hacer y lo tuyo va a tener que esperar.
Seguramente tu jefe va al baño como todos. Piénsalo.
¡Cómo me gustan los desquites! :-)