Lo malo del mundo farandulero es que, invariablemente, cualquier celebración acaba en el karaoke de Plaza de España. Artistas de medio pelo interpretando las mejores voces negras y esperando ser descubiertos por cazatalentos invisibles que nunca llegan, mostrando sus mejores pasos de baile al son de hits del momento y de épocas pasadas y rodeados de un público trasnochado con más ganas de que el cantante circunstancial se calle y deje a cada uno de los presentes tener su momento de gloria, siempre inmortalizado por alguna oportuna cámara, cuyo dueño se ocupará inmediatamente de trasladar las pruebas gráficas a Facebook y demás infernales webs 2.0, en las que el usuario es el Rey -mecagüentó-. Yo no soy artista; a todo lo más, un escritor frustrado. Pero los escritores frustrados a lo sumo se pudren en algún café de mala muerte oscuramente vestidos, mientras escriben en una esquina del tugurio malhaciéndose los malditos mientras el mundo les ignora y sufren por ello. Tampoco va conmigo. Así que me preguntaba qué narices hacía alguien como yo en un garito como ése, incapaz de mover rítmicamente ninguna parte de mi cuerpo ni tararear una sola canción sin hacer explotar los pájaros de la vecindad.
Lo malo del karaoke de Plaza de España es que nunca deja que la noche muera ahí sino que siempre hay alguien amigo de algún otro que mete en lista de alguna discoteca-boca-de-lobo a todo el grupo. Discoteca que siempre cumple la condición indispensable de ser turbia donde las haya, en la que las copas no pueden llamarse ni garrafón porqur ya han pasado al siguiente nivel; el de matarratas. Al son de la música techno menos bailable del mundo, entre colgados y perdidos, he intentado mantener, sino una conversación, al menos sí un simulacro de socialización verbal sin ningún éxito.
Lo bueno tanto del karaoke de Plaza de España como de la discoteca-boca-de-lobo es que están a tiro de piedra de mi casa. Lo bueno también es que en los últimos tiempos he perfeccionado hasta límites insospechados mi técnica de la bomba de humo ahora-me-ves-ahora-no-me-ves. La experiencia, la edad.
He dormido mis buenas ocho horas, hoy no trabajo, voy a cocinar, voy a poner en orden mi vida. Empezando por limpiar toda la casa. Empezando pr terminar el capítulo que dejé a medio terminar. Empezando por cerrar mis vacaciones. Empezando por hacerme socio del videoclub de mi calle. Y todo ha empezado con un zumo de naranja recién hecho y con Antonio Machín de fondo.
Tot mor (Juan Gómez-Jurado)
Hace 16 horas
2 comentarios:
si querido amigo nohay nada mejor que la tranquilidad eso demuestra lo maduros que somos y ademas que no se necesita nada afuera cuando estas bien contigo mismo y con lo que hacemos
saludos
Eso es! Artista maldito para siempre. :)
Feliz año peque!
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