miércoles, 13 de octubre de 2010

Auriculares para todo

Estoy en esa fiesta viendo cómo tocas la guitarra, tu canción, tus gritos flamencos, las palmas de los demás. Siento el olor de la sangría y el calor de 20 personas en un salón mirándote. Te estoy viendo, casi te toco, casi me tocas. Suena el teléfono, se para la canción, no cojo, cuelgo, vuelve a sonar la canción. Ya no te veo, ya no te siento. Ahora sólo es esa canción que un día tocaste para mí.

La flor de mi mesa

La vida es así. No suelen mandarme flores; ni todos los días ni ninguno. Una vez me recibí un ramo por mi cumpleaños. Hoy tengo una gran orquídea en mi mesa.
:-)

martes, 12 de octubre de 2010

Día Pijama a la vista

Hoy voy a pasarme el día entero en casa... y en pijama.

domingo, 10 de octubre de 2010

Fran, el Bombonero

Una boda, en una finca increible, rodeados por un paisaje espectacular, con un mix de gente de muchos países, varias religiones, fogata al anochecer con recena de costillas y morcilla vegetal, tablao flamenco, cantos rocieros, bailes judíos y, ¡por fin! sin Paquito (el Chocolatero), pero sí un Bombonero llamado Fran.

Dividí mi fin de semana en varios capítulos.

Capítulo I, o la preparación minuciosa de todo el material, carga de baterías, comprobación de cámaras y objetivos, búsqueda de vestimenta, etc.

Capítulo II, o viaje custodio del equipo y celebración del Sabbat.

Capítulo III, o dia D, Hora H. Sin escapatoria.

Capítulo IV, o cuando mi cámara tomó vida propia, mi cabeza se apuntó a la jaqueca y mi sonrisa al automático.

Capítulo V, o la ceremonia precedida de cantos rocieros, paseo entre montes y discursos emotivos y mojados.

Capítulo VI, o cuando los dioses dejaron de ser clementes y lanzaron toda su furia en forma de aguacero, invitados a la carrera y yo en la cocina comiendo jamón con pan y hablando de inseminación de cerdas, temporadas de caza y perros muertos.

Capítulo VII, o la novia se marca el baile de su vida en el tablao, los invitados pierden la vergüenza y yo sigo disparando a diestro y siniestro.

Capítulo VIII, o cuando decido dejar de ser máquina y volver a ser persona, me abandona el dolor de cabeza y empiezo a relacionarme sin un objetivo de por medio. Disfrute. Puros malolientes. Gente interesante. Buena música y algo de baile.

Capítulo IX, o la larga espera alrededor del fuego comiendo costillas y quemando los últimos cartuchos.

Capítulo X. Viaje final, mi cama y sueño.

Apuntes adicionales: Vuelta al hogar, cargado fotos listas para ser reveladas.



Aún así, no puedo sino preguntarme si realmente es necesario todo esto.