Si tuviera que hacer un brindis, alzaría mi copa en primer lugar por mi familia, por mis amigos, que me han demostrado -una vez más- estos últimos meses que están ahí a las duras y a las maduras. Seguiría haciendo chin-chin por Madrid, por mí, por mi pelo y por el efecto curativo y feliz del calamar encebollado. Por la felicidad, por el cambio, por mi vida... por los espejismos y las montañas inalcanzables, por ser siempre capaz de dar un paso adelante las veces que sea necesario.
Por las horas de teléfono, los cafés eternos, las lágrimas repentinas e imparables, los abrazos necesarios, las copas, las noches en vela, los mensajes y los mails explicativos... por el tiempo que me ha costado volver a encontrar un cierto equilibrio, encontrar los apoyos adecuados... y volver a sonreir de verdad.
Terminaría haciendo tintinear el cristal porque todo esto siga igual cuando me acuerde de todos esos momentos que no hace tanto que han pasado.
Me siento feliz, me siento afortunado.
Gracias.
lunes, 13 de septiembre de 2010
sábado, 4 de septiembre de 2010
Bizarrismo
Uno no piensa que vaya a ir a picar algo un sábado de resaca y va a encontrarse con la Trapote Troupe al completo: la niña bebedora de cerveza, el padre malabarista escacharrado, el abuelo customizado con Hello Kitty y la abuela alcohólica ausente con pinta de bruja retirada. Mientras la niña apuraba la pinta hasta la última gota, la abuela la miraba extasiada con orgullo babeante, a la vez que el padre -largo, de piernas kilométricas y pelo desestructurado y cano-, más guiri que castizo pero de espíritu circense dejaba aflorar su vena jugándose su gran nariz y sus dientes rarunos dando vueltas en una bici motorizada que se movía tambaleante y temblorosa bajo su más de metro noventa de altura y sus kilos sobrantes. El patriarca del clan lucía una alargada coletilla de tres pelos amarillentos que nacían a mitad de la cabeza y una gran pegatina de Hello Kitty pegada en su espaciosa frente. Tantos adjetivos para decir que nos hemos reido y hemos tenido miedo de que la bruja peliteñida y borracha nos convirtiera en sapos o nos hiciera liliputienses hasta nuevo aviso. O, peor aún, que se equivocara de conjuro y acabáramos con cabeza de caballo y cuerpo de persona. Seguro que su perro habla, sus muebles tienen vida propia y ella tiene una escoba mágica con la que recorre Madrid por las noches. Yo creo que por eso tenía atado el triciclo de la niña-cerveza a la pata de una silla; porque si no lo hace se le escapa volando. Gran tarde la de hoy, circo en estado puro.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Benedetti
A tientas
Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.
Siempre Benedetti.
Cada momento.
Poco a poco.
Ramón feliz.
Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.
Siempre Benedetti.
Cada momento.
Poco a poco.
Ramón feliz.
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