jueves, 7 de agosto de 2008

Desencuentros

Me vestí, me arreglé, mira tú que yo no soy de los que usan colonia y hasta colonia me puse ese día. Salí de casa, más puntual que otras veces a sabiendas de que no estarías aún, atrás quedaron los 15 y 30 minutos de espera (tuya).

Esperé en el banco de debajo de casa a que llegaras y llegaste, tú sí, puntual como un clavo. Porque puntual no es el que llega quince minutos antes si no el que llega a la hora acordada, ni antes ni después.

Dos besos, cuánto tiempo, bonita camisa, bonitos zapatos, bonita tú, bonito yo. Qué bonito. Bonito todo, el restaurante al que fuimos -bonito recuerdo-, el bar de después, la barra y las velas. Bonito.

Y yo tan contento que me fui / Y tan triste que te fuiste tú. Después de tanto tiempo y todo parecía estar bien / mal, todo. Y ahora me vienes con ésas / Y ahora me escribes. Sorprendido me quedo.

Quizás tengas toda la razón o, quizás, ninguna.

Es curioso cómo cada persona tenemos tan diferente percepción de lo que está pasando (lo que tú crees que está pasando, lo que realmente está pasando) que hasta puede parecer que ha estado cada uno en un lugar y momento diferente.

Cómo será que cada uno hemos pensado lo contrario -y tan contrario-. A veces pasa. Me dió pena que pasara. Pero me alegro de que lo hicieras, el escribirme digo.

Ahora entiendo los problemas diplomáticos, las peleas familiares que duran generaciones y las broncas entre amigos por la cortadora de césped.

Malentendidos, desencuentros...

3 comentarios:

Charlie dijo...

Qué bueno Ramón, que bueno.

Debster dijo...

Genial Monchu!
Disfruta de tus vacaciones y nos vemos a la vuelta.
Muaks!

Murphy White dijo...

Sin desencuentros no habría encuentros, ¿no?
Besos Raaaaa!!!!