miércoles, 30 de abril de 2008
lunes, 28 de abril de 2008
jueves, 24 de abril de 2008
Vamos de paseo
martes, 22 de abril de 2008
No te conozco
No es posible saber tanto de la vida de una persona a los 4 días de conocerla. Las personas que así, de primeras, se "muestran" demasiado rápido no me gustan. Porque se cogen confianzas que no corresponden y porque -como de golpe han contado tanto- se cree uno que les conoce cuando no es así. Mis tiempos son mayores.
¿Qué prisa hay si vamos a estar juntos dos días a la semana durante 8 meses? Desde luego yo no tengo ninguna.
¿Qué prisa hay si vamos a estar juntos dos días a la semana durante 8 meses? Desde luego yo no tengo ninguna.
lunes, 21 de abril de 2008
Exposición de fotografía en BCN
Más información: http://www.lacamaralucida.com/
¡Y yo voy a estar ahí para verla! Me gusta Barcelona.
miércoles, 16 de abril de 2008
Letonia (Riga)
Repetiría con los ojos cerrados, tardaría menos de una hora en comprar el billete.
Y lo sabes.
martes, 15 de abril de 2008
Celtas Cortos - 20 de Abril
Dale recuerdos a Elmo de mi parte. Elmo ha viajado mucho desde entonces. ;-)
lunes, 14 de abril de 2008
miércoles, 9 de abril de 2008
ELLAS PREFIEREN LOS FIELES
La promiscuidad se lee en el rostro
Científicos británicos aseguran que los más masculinos son proclives a sexo sin amor
Los rostros de la derecha serían los más proclives a relaciones sexuales cortas y los de la izquierda a relaciones duraderas. (Foto: 'Evolution and Human Behavior')
Con sólo mirar a la cara, un pretendiente puede averiguar si a la otra persona es proclive a tener una relación sexual esporádica o si, por el contrario, sólo está dispuesta a emparejarse tras un periodo de flirteo más bien largo. Los rasgos de la cara son, también en esto, el espejo del alma, sexual, según una investigación realizada por equipos de tres universidades británicas (Durham, Aberdeen y St. Andrews).
A tenor de los resultados de su trabajo, los hombres prefieren, en general, a las mujeres que están abiertas a las relaciones sexuales a corto plazo, mientras que ellas se sienten más interesadas en los hombres que podrían dar lugar a una relación duradera.
Pero ¿cómo se sabe si se acierta al primer vistazo? Pues porque, según este estudio, las mujeres más proclives a las relaciones esporádicas son las que se perciben como más atractivas, mientras que los varones promiscuos son reconocibles porque tienen unos rasgos faciales muy masculinos, como pueden ser una mandíbula cuadrada, la nariz grande o los ojos pequeños.
Los varones con estas características son percibidos por las féminas como menos fieles, y por tanto peores padres para las futuras criaturas.
Parte del estudio, cuyas conclusiones se han publicado en la revista 'Evolution and Human Behavior', se realizó en Durham con 700 voluntarios heterosexuales. A todos ellos les pidieron que adivinaran las actitudes en las relaciones sexuales del sexo opuesto mirando fotografías de unos veinteañeros, a quienes previamente se les había interrogado sobre sus preferencias.
En una primera muestra, con 172 participantes, el 72% logró identificar correctamente las imágenes con el nivel de promiscuidad, si bien preguntas adicionales daban a entender que sus primeros juicios no siempre eran fiables.
«Nuestros resultados sugieren que aunque hay personas que pueden identificar la estrategia sexual de otras con sólo mirarlas, son señales muy sutiles de las que no siempre están seguros», señala la psicóloga de Durham Lynda Boothroyd, una de las autoras.
Dado que la preferencia por un tipo de rostro u otro era clara, los científicos concluyen que hay impresiones iniciales que ayudan a elegir a los compañeros potenciales, aunque esa elección puede cambiar cuando se profundiza en el conocimiento o con la edad.
Mejor no presumir
David Perrett, de St. Andrews, considera que «mientras la cara tenga impresas las señales sobre la actitud sexual, los hombres no deberían presumir de cualquier tipo de relación si lo que les importa es la elección de las mujeres. De hecho, los promiscuos les resultan poco atractivos para relaciones largas y también para las cortas».
Los resultados del trabajo no sorprenden al paleoantropólogo Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Complutense: «Los rasgos físicos muy masculinos están relacionados con una mayor proporción de testosterona y ya se sabe que los individuos con más testosterona son más promiscuos, por lo que no extraña que se pueda percibir con una base física».
Respecto a las relaciones, señala que en los machos evolutivamente la promiscuidad ha sido la norma, mientras que las hembras necesitaban una pareja duradera para sacar adelante la progenie «por lo que buscan machos que puedan comprometerse». «No obstante, ellas eligen a los promiscuos (más atractivos) en las ocasiones en las que sólo desean sexo», asegura el investigador español.
Con sólo mirar a la cara, un pretendiente puede averiguar si a la otra persona es proclive a tener una relación sexual esporádica o si, por el contrario, sólo está dispuesta a emparejarse tras un periodo de flirteo más bien largo. Los rasgos de la cara son, también en esto, el espejo del alma, sexual, según una investigación realizada por equipos de tres universidades británicas (Durham, Aberdeen y St. Andrews).
A tenor de los resultados de su trabajo, los hombres prefieren, en general, a las mujeres que están abiertas a las relaciones sexuales a corto plazo, mientras que ellas se sienten más interesadas en los hombres que podrían dar lugar a una relación duradera.
Pero ¿cómo se sabe si se acierta al primer vistazo? Pues porque, según este estudio, las mujeres más proclives a las relaciones esporádicas son las que se perciben como más atractivas, mientras que los varones promiscuos son reconocibles porque tienen unos rasgos faciales muy masculinos, como pueden ser una mandíbula cuadrada, la nariz grande o los ojos pequeños.
Los varones con estas características son percibidos por las féminas como menos fieles, y por tanto peores padres para las futuras criaturas.
Parte del estudio, cuyas conclusiones se han publicado en la revista 'Evolution and Human Behavior', se realizó en Durham con 700 voluntarios heterosexuales. A todos ellos les pidieron que adivinaran las actitudes en las relaciones sexuales del sexo opuesto mirando fotografías de unos veinteañeros, a quienes previamente se les había interrogado sobre sus preferencias.
En una primera muestra, con 172 participantes, el 72% logró identificar correctamente las imágenes con el nivel de promiscuidad, si bien preguntas adicionales daban a entender que sus primeros juicios no siempre eran fiables.
«Nuestros resultados sugieren que aunque hay personas que pueden identificar la estrategia sexual de otras con sólo mirarlas, son señales muy sutiles de las que no siempre están seguros», señala la psicóloga de Durham Lynda Boothroyd, una de las autoras.
Dado que la preferencia por un tipo de rostro u otro era clara, los científicos concluyen que hay impresiones iniciales que ayudan a elegir a los compañeros potenciales, aunque esa elección puede cambiar cuando se profundiza en el conocimiento o con la edad.
Mejor no presumir
David Perrett, de St. Andrews, considera que «mientras la cara tenga impresas las señales sobre la actitud sexual, los hombres no deberían presumir de cualquier tipo de relación si lo que les importa es la elección de las mujeres. De hecho, los promiscuos les resultan poco atractivos para relaciones largas y también para las cortas».
Los resultados del trabajo no sorprenden al paleoantropólogo Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Complutense: «Los rasgos físicos muy masculinos están relacionados con una mayor proporción de testosterona y ya se sabe que los individuos con más testosterona son más promiscuos, por lo que no extraña que se pueda percibir con una base física».
Respecto a las relaciones, señala que en los machos evolutivamente la promiscuidad ha sido la norma, mientras que las hembras necesitaban una pareja duradera para sacar adelante la progenie «por lo que buscan machos que puedan comprometerse». «No obstante, ellas eligen a los promiscuos (más atractivos) en las ocasiones en las que sólo desean sexo», asegura el investigador español.
*Artículo de El Mundo
lunes, 7 de abril de 2008
La profesora de universidad
Iba el otro día en el metro tranquilamente, sin estrés, volviendo a casa del aeropuerto después de varios días fuera. Me gusta leer en el metro. Iba leyendo un libro que no viene al caso, con mi maleta y mi abrigo en la mano. Todo iba bien hasta que subieron al vagón una grupo de unos 18 años cada uno, lo deduje porque habían ido a una feria de esas en las que les enseñan qué pueden estudiar y dónde.
Valientes cafres, pensé. Entraron como potros, dando golpes, empujándose unos a otros y armando barullo -por cierto, barullo es una palabra bonita-, creo que hasta los potros entrarían más ordenadamente. Se tiraron en el suelo unos encima de los otros -chicos y chicas-. Los siguientes 15 minutos se dedicaron a arrancar las pegatinas con información del vagón, hacer rayajos con las llaves, poner música en el móvil (tema que me toca la moral, ciertamente), gritarse y tirar todo tipo de papeles al suelo.
Por supuesto, mi paz interior se terminó y empecé a buscar la palabra que mejor les definiera. Desde luego cafre es la que me gustó más. No son hijos de puta, no son cabrones... Quizá un poco capullos y bastante cafres. Se quedan con cafres.
Estaba solo, quería comentar con alguien el tema de los potros-cafres y a mi lado había una señora yo diría que cercana a la cincuentena. Noté que su cara iba pasando del rojo al morado y la vena de su cuello se iba hinchando así que dije mi frase estelar "valientes cafres" y ya no hizo falta más. No necesité decir nada porque ella se soltó y empezó a despotricar contra los potros, es curioso.
Lo que hacen años de aguantar en las aulas, aunque sean universitarias. Se notaba la rabia contenida durante tiempo. Sólo quería decir mi frase y acabé haciéndole un favor a la profesora universitaria de enfermería. Se desahogó, lo necesitaba, yo lo vi. Y yo me quedé tan a gusto, incluso satisfecho, al ver la cara de gilipollas que se les quedó a mis cafres.
Espero que fuera cuestión de edad, no quiero creer que serán así también de mayores. No quiero creer que la razón que me diste una vez para no tener hijos sea cierta; para qué tener hijos si van a ser igual que los capullos que se reúnen los fines de semana debajo de tu casa. Pero, desde luego, la opinión de la profesora no fue alentadora. Y ella tiene experiencia.
¿¿Será que me hago mayor??
Valientes cafres, pensé. Entraron como potros, dando golpes, empujándose unos a otros y armando barullo -por cierto, barullo es una palabra bonita-, creo que hasta los potros entrarían más ordenadamente. Se tiraron en el suelo unos encima de los otros -chicos y chicas-. Los siguientes 15 minutos se dedicaron a arrancar las pegatinas con información del vagón, hacer rayajos con las llaves, poner música en el móvil (tema que me toca la moral, ciertamente), gritarse y tirar todo tipo de papeles al suelo.
Por supuesto, mi paz interior se terminó y empecé a buscar la palabra que mejor les definiera. Desde luego cafre es la que me gustó más. No son hijos de puta, no son cabrones... Quizá un poco capullos y bastante cafres. Se quedan con cafres.
Estaba solo, quería comentar con alguien el tema de los potros-cafres y a mi lado había una señora yo diría que cercana a la cincuentena. Noté que su cara iba pasando del rojo al morado y la vena de su cuello se iba hinchando así que dije mi frase estelar "valientes cafres" y ya no hizo falta más. No necesité decir nada porque ella se soltó y empezó a despotricar contra los potros, es curioso.
Lo que hacen años de aguantar en las aulas, aunque sean universitarias. Se notaba la rabia contenida durante tiempo. Sólo quería decir mi frase y acabé haciéndole un favor a la profesora universitaria de enfermería. Se desahogó, lo necesitaba, yo lo vi. Y yo me quedé tan a gusto, incluso satisfecho, al ver la cara de gilipollas que se les quedó a mis cafres.
Espero que fuera cuestión de edad, no quiero creer que serán así también de mayores. No quiero creer que la razón que me diste una vez para no tener hijos sea cierta; para qué tener hijos si van a ser igual que los capullos que se reúnen los fines de semana debajo de tu casa. Pero, desde luego, la opinión de la profesora no fue alentadora. Y ella tiene experiencia.
¿¿Será que me hago mayor??
viernes, 4 de abril de 2008
Algo se mueve
No vendas la piel de oso antes de cazarlo, no hagas las cuentas de la lechera, no... ¿y si no puedo dejar de hacerme ilusiones?????? Aún no he vendido la piel de oso pero las cuentas de la lechera ya las he hecho... ¡¡Y aún me queda esperar un mes!!
¡¡¡¡¡NO VOY A SER CAPAZ, VOY A QUEDARME SIN UÑAS!!!!!
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