Iba el otro día en el metro tranquilamente, sin estrés, volviendo a casa del aeropuerto después de varios días fuera. Me gusta leer en el metro. Iba leyendo un libro que no viene al caso, con mi maleta y mi abrigo en la mano. Todo iba bien hasta que subieron al vagón una grupo de unos 18 años cada uno, lo deduje porque habían ido a una feria de esas en las que les enseñan qué pueden estudiar y dónde.
Valientes cafres, pensé. Entraron como potros, dando golpes, empujándose unos a otros y armando barullo -por cierto, barullo es una palabra bonita-, creo que hasta los potros entrarían más ordenadamente. Se tiraron en el suelo unos encima de los otros -chicos y chicas-. Los siguientes 15 minutos se dedicaron a arrancar las pegatinas con información del vagón, hacer rayajos con las llaves, poner música en el móvil (tema que me toca la moral, ciertamente), gritarse y tirar todo tipo de papeles al suelo.
Por supuesto, mi paz interior se terminó y empecé a buscar la palabra que mejor les definiera. Desde luego cafre es la que me gustó más. No son hijos de puta, no son cabrones... Quizá un poco capullos y bastante cafres. Se quedan con cafres.
Estaba solo, quería comentar con alguien el tema de los potros-cafres y a mi lado había una señora yo diría que cercana a la cincuentena. Noté que su cara iba pasando del rojo al morado y la vena de su cuello se iba hinchando así que dije mi frase estelar "valientes cafres" y ya no hizo falta más. No necesité decir nada porque ella se soltó y empezó a despotricar contra los potros, es curioso.
Lo que hacen años de aguantar en las aulas, aunque sean universitarias. Se notaba la rabia contenida durante tiempo. Sólo quería decir mi frase y acabé haciéndole un favor a la profesora universitaria de enfermería. Se desahogó, lo necesitaba, yo lo vi. Y yo me quedé tan a gusto, incluso satisfecho, al ver la cara de gilipollas que se les quedó a mis cafres.
Espero que fuera cuestión de edad, no quiero creer que serán así también de mayores. No quiero creer que la razón que me diste una vez para no tener hijos sea cierta; para qué tener hijos si van a ser igual que los capullos que se reúnen los fines de semana debajo de tu casa. Pero, desde luego, la opinión de la profesora no fue alentadora. Y ella tiene experiencia.
¿¿Será que me hago mayor??
Tot mor (Juan Gómez-Jurado)
Hace 8 horas
8 comentarios:
No es que te estés haciendo mayor, yo tengo 21 y también pienso que la mayoría de chicos/as de 18 son unos auténticos mamelucos, por lo menos los que yo he visto, y ya en manada ni te cuento (aunque siempre hay honrosas excepciones, pero muy pocas)
Quiero creer también que de mayores cambiaran, pero me temo que lo harán convertidos en el típico Paco analfabeto de bar, brisca, cerveza, fútbol y tetas (con todos mis respetos a los Pacos, al honorable juego de la brisca, a los bares ,a la cerveza y a las buenas tetas, era por poner una imagen clara).
P.D: No he probado nunca un Rusoblanco jajaja es una tarea pendiente en mi vida
Mis hijos serán igual de cafres que los chavales que hay debajo de mi casa, porque saldrán a su padre...que es un cafre...jajajaja
P.D: No me lo agradezcais, aunque deberiais, pero sigo pensando en no tener hijos...jajajaja...
Fdo: Anónimo
Tú ya conoces nuestro trato ;-P
todos emos sido cafres alguna vez pero algo pasa con ellos
Te agradecemos que no tengas hijos si te consideras cafre. De tal palo, tal astilla
Agradecería a ese "Rayo Verde" falso que no usurpe la identidad del verdadero Rayo Verde que soy YO. Si no tienes suficiente imaginación para ponerte un Nick, no es mi problema, pero no me robes el mío.
A nosotros no nos gustan los anónimos y tampoco los roba-nicks :-) El auténtico Rayo Verde reclama su nick!! :-)
Cafre es una gran palabra también, aunque viene de un término racista y chungo (leer Reunión Tumultuosa de Tom Sharpe). :)
Yo hace mucho que no uso el metro pero aún así identifico a los cafres o neandertales habitualmente por la calle. Suelo pensar igual que tú, pero entonces hago un esfuerzo y recuerdo que yo iba a Malasaña sentado en el vagón del metro, que nos encendíamos cigarros sabiendo que estaba prohibido fumar, que he hecho botellones, he cantado, he tocado la guitarra, hemos tirado piedras, tocado telefonillos a las tantas... Vamos, que he sido visto como "cafre" mil veces, seguro.
Así que, manquejoda, no me queda más que dejar a esos matojos de hormonas con patas que hagan el cafre, ya se les pasará, es parte del juego.
Me gusta mucho su blog don Ramón, y sus fotos molan un montón. (Como poeta no tengo futuro, está claro).
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