Recompensaré al que me traiga vivo al capullo que inventó los cuentos con final feliz. Al inconsciente que escribió las historias de príncipes y princesas. Y traedme también al gilipollas que creyó que ésos eran los cuentos que había que contar a los niños cuando son pequeños. Aquél que ha hecho que las niñas vayan besando sapos esperando un apuesto, rubio, ojiverdoso y barbilampiño ejemplar de príncipe azul. Ése por el que los niños piensan que las princesas, antes amadas en la aventura de su rescate, les encerrarán en la jaula de oro que es su palacio ajardinado. Ése que tiene la culpa de que desechemos el pavo y queramos perdices. Que me los traigan a los dos, que les voy a colgar de un pie y bocabajo, bien untados en miel, encima de un nido de hormigas carnívoras. ¡Malditos ellos!
3 comentarios:
Jo Ramón te noto un poco decepcionado...La vida no es ningún cuento ni los principes ni las princesas son como nos los contaban. Pero bueno, los cuentos son para soñar no?
Yo llevo tiempo buscándolo y no lo encuentro! De todas formas, ya con el tiempo, me va gustando más el pavo q las perdices, y también he descubierto q los príncipes se convierten en sapos.
Besos!
No lo vas a encontrar, ya le mate yo.
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