jueves, 26 de abril de 2007

GENERACIÓN ERASMUS

Viven en un mundo irreal, con todas las comodidades, viviendo una “aventura” en un país diferente con gente distinta a ellos, conviviendo con otras culturas, otros idiomas.

Mundo irreal y engañoso. Mundo de bolas de algodón que les protege de la realidad.

Aprenden un idioma, obtienen numerosas experiencias que de otra manera no habrían tenido y todo subvencionado por sus padres. Viven un año a cuerpo de rey entregados a la juerga continua amparados en la máxima “Erasmus es una experiencia única”.

Fiestas, viajes, poco o nada de estudio... Pero es un mundo temporal, creado para ellos, una burbuja en las que durante un año vivirán rodeados de un ambiente único e irrepetible. Muchos cuando, al cabo de eso año son expulsados del “paraíso”, intentan volver a él. Pero es imposible. Es el mundo de los estudiantes Erasmus, es un mundo que al terminar el año explota para aquellos que salen de él. No es posible volver a entrar.

Son los expulsados del “Edén” los que engrosan las listas de espera de las becas tipo Leonardo Da Vinci, Icex... son los expulsados los que cuando vuelven al nido paterno son una bomba de relojería y no aceptan las nuevas normas, esas que acataron antes de su “aventura” sin problema alguno. Su antigua sociedad, sus antiguos planes, los que les hacían pasar buenos ratos con sus amigos... todo esto les resulta aburrido y carente de interés. Buscan seguir con la “buena vida Erasmus”. Trabajar a salto de mata, viajar, financiarse con becas...

Lo reconozco: YO HE SIDO ESTUDIANTE ERASMUS. Yo me he tirado un año sin hacer nada más que salir de fiesta, aprender un idioma a medias y trabajar para poder viajar. Y yo he vuelto también y he visto gris lo que antes veía rosa. Y yo también he sido becario Leonardo y he vuelto a vivir mi segundo Erasmus como expulsado del Paraíso, intentando recordar las vacas gordas.

Y yo estoy ahora pensando en viajar, en no tener la misma vida aburrida e insulsa que tiene mi vecina, que tiene el panadero de debajo de mi casa. No quiero ir todos los días a jugar una partida de cartas al bar, no quiero estar todos los domingos en el mismo bar de pintxos. No quiero casarme y tener hijos a los 27 años. No quiero ser indefinido en ninguna empresa.


Quiero viajar, conocer todo lo que pueda ahora que soy libre, ahora que no tengo una casa que pagar, ni un coche ni una familia que mantener. Ahora que soy yo solo y puedo ser tan egoísta como para irme a donde quiera, como para trabajar para mí.

Ramón de Mielina

3 comentarios:

Anónimo dijo...

... esto que estás sintiendo nos pasa a todos los que hemos tenido que abandonar el nido para estudiar fuera, seas o no Erasmus, aunque en la distancia idiomática todavía se agudiza más supongo. Toda una generación a la que lo que más le importa es la Libertad y eso no debe perderse nunca. Yo también pienso muchas veces que no quiero ser como muchas personas con las que me encuentro todos los días -desconocidos que van en el tren o autobús o sin más gente que camina por la calle- me quedo pensando en cómo será su vida y me resisto a identificarme con esa "normalidad". Al fin y al cabo creo que quien se considera realmente libre, lo sigue siendo siempre a pesar de los muchos compromisos que vamos adquiriendo con el tiempo y que los importantes (por ejemplo la familia) no son incompatibles -al contrario- con la Libertad. :-)

Anónimo dijo...

"AMA ET FAC QUOD VIS"

"Ama y haz lo que quieras"

Mar dijo...

Es verdad, es asi! Afortunadamente mi Erasmus no fuè tan bonito pero aun asi no pude volver a casa y me fui a londres!

:o)