lunes, 22 de diciembre de 2008
jueves, 18 de diciembre de 2008
Un país de prepotentes
El 75% de los españoles encuestados (Monster.es ha hecho el estudio) cree que hace mejor el trabajo que su jefe. Ahí queda eso.
Leyendo esto, se me ocurren varias cosas: que somos unos frustrados y siempre hay que echar la culpa a alguien, que somos unos prepotentes y no tenemos abuela, que los mejores siempre se quedan abajo con lo cual nos convertimos en frustrados (véase punto 1), etc., etc., etc.
O que realmente todos somos mejores que nuestros jefes, lo cual sería gracioso porque... ¿es que sólo hay un 25% de jefes en España? Ya lo dudo porque quien más quien menos tiene un becario a su cargo. Y esto, quiera o no, vaya de colega o no, le convierte en jefe. Y su becario pensará de él que es un puto inútil, además de un subnormal que va de coleguita cuando en realidad le está explotando. A él, que tiene un talento innato, y no por acabar de salir de la universidad sabe menos. Es más, le da mil vueltas.
Ese 75% opina que haría mejor el trabajo que su jefe... curioso. Claro que todo el mundo tiene un jefe. O varios. Todo el mundo. Así que me hace gracia pensar que todo lo que uno dice de su jefe, lo dirán de uno mismo los que estén por abajo.
¿Que hay jefes inútiles? Por supuesto. ¿Que todos los subordinados sean mejores que sus jefes? Ni por asomo. ¿Que hay quien es jefe de milagro y no lo merece? Totalmente de acuerdo.
Pero, vamos, seamos realistas, esto es como todo; hay de todo en todas partes.
lunes, 15 de diciembre de 2008
viernes, 12 de diciembre de 2008
Al séptimo día se hizo el milagro
Mi felicidad aumenta. Con ganas de llegar a casa y pegarme el primer baño caliente de toda la semana. Porque mira que soy más de ducha pero hoy me voy a dar un señor baño. EL baño.
Este fin de semana empieza tan bien como mal empezó el anterior. Ramón contento. Mucho.
martes, 9 de diciembre de 2008
Volviendo a los viejos tiempos
Así que esta mañana, primero el pelo dando soplidos y resoplidos -eso sí, me ha quedado de lo más brillante-. Luego poco a poco y por partes, a lo gato, el resto del cuerpo.
Pero voy aprendiendo. Mañana me levanto media hora antes para calentar agua y se va a lavar el pelo Rita -la pollera-. Sólo espero que nadie sea tan listo de levantarse justo cuando haya llenado la bañera y me robe mi agua -en tiempos de crisis...-.
martes, 2 de diciembre de 2008
Al otro lado del teléfono
Tendríamos que vivir en la misma ciudad y sería genial. Algún día.
Hablábamos de qué coño estamos haciendo. Pero a la vez no seríamos felices haciendo otra cosa. En el fondo, los tres sabemos que siempre buscaremos el cambio. Siempre. De ciudad, de trabajo... No de amigos, eso no -hablo de amigos de verdad-. Ni la familia. Eso perdura. Todo lo demás. Lo secundario. Pero a la vez... esos pequeños detalles. Las aceitunas de Camporreal. El Martini latinero. El Baileys tardío. El champán. El Bricco Nero. Y fuera corbatas. Los pequeños detalles. Pegar la nariz en la tienda de al lado y ser feliz viendo las aceitunas. Ahí están. Para nosotros. Las hemos encontrado.
Hablábamos de cómo no somos capaces de no intenter volver a vivir las situaciones que nos habían hecho felices. De cómo intentamos repetir un increible viernes. Ya pasó, el viernes ya no está. Ahora es sábado y los astros no se han alineado de la misma manera. No volverá a haber un día así. Déjalo pasar y recuérdalo pero no lo intentes revivir. Y ahí que vamos como burros cabezones. Llamamos a las mismas personas e intentamos comer esas almejas a la marinera o tomarnos ese White Russian de nuevo, que todo sea lo mismo. Esa cena todos juntos. Y nada sale igual. Es estúpido porque ya lo sabíamos. Y aún así... Llega el sabor amargo. Tanto mejor habría sido dejar las cosas como estaban... Ya lo dije una vez parafraseando a Sabina... "al lugar donde has sido feliz...". Grande Sabina. Por lo mismo que cuando era pequeño ligaba y al día siguiente era incapaz de no llamar a preguntar "¿estamos saliendo?", como el crío que era. Aún sabiendo que la respuesta era no. Que ésa era la respuesta que yo daría si me la hubieran hecho a mí. Pero yo no daba tiempo a nadie. Por lo mismo que volví a apuntarme al año siguiente a clases de inglés y me encontré en que nadie era el mismo, ni siquiera las mismas personas. Por lo mismo. Para qué.
Hablábamos de los momentos. Muchos hay que conocen mi teoría de los momentos. Hoy he entendido la importancia de gestionar los tiempos. No es lo mismo hoy que mañana ni que ayer, hay un momento -y un lugar- para cada cosa. Como diría alguien, la fruta hay que recogerla madura, ni antes ni después. Y es verdad. Lo que servía para ayer, ya no funciona hoy pero puede que mañana sí que lo haga. Quién sabe. Hay que saber elegir. El momento y el lugar. Es importante.
Hablábamos de los miedos. Miedo al fracaso por cosas puntuales, miedo a dejar mal papel... y también de que deberíamos coger perspectiva porque, a la larga, nadie se acordaría de nuestro mal trago y nosotros los recordaremos partidos de la risa. A la larga nada importa o pocas cosas. Y las importantes nosotros ya las sabemos.
Hablábamos de muchas cosas. Entre ellas de lo feliz que nos hace tenernos al otro lado -esto sin palabras- y de las ganas de estar juntos y bebernos ese Baileys. Cada uno por nuestro lado, y en diferentes circunstancias, se va a tomar esta noche una copa a la salud de los otros. Yo tengo que preparar la maldita presentación. Me tomo un Baileys y voy que chuto. Vosotros brindad todo lo que podáis por mí y por mi mal día. Que yo lo hago por los dos últimos tuyos y por tu buena suerte -y la mía de saberlo y que me lo cuentes- y porque los dos, de diferente manera, estéis ahí.
¡A vuestra salud!
Mierda para ti
Hay varios tipos de personas que odio. Las que no saben mantener amigos y ellas mismas no son amigas de nadie -y yo que creía que lo eras y me preocupé porque nadie te llamaba-, las que sólo reciben favores y son incapaces de hacer ellas uno -aunque sea pequeño y no hubiera costado nada-, las que miran siempre por sí mismas y no se les cae la cara de vergüenza cuando fallan a alguien -y tú tan tranquilo-, las personas que van por el mundo creyendo que todos le debemos algo -NADIE TE DEBE NADA-, las que intentan hacer de menos a los que les rodean -qué inocente yo que pensaba que..., da lo mismo-.
Me has fastidiado el día, ¡joder!
Sabía que no te duran los amigos más de un año porque se cansan de que les digas "he llamado a todo el mundo y como nadie quiere quedar, pues te llamo a ti, ¿te invito al cine?". De ti sabía que le echas mucho morro a la vida -debería aprender de ti- y que nunca harías favores a nadie -aún cuando no hago favores para que me los deban, qué decepción-. Y de ti sabía que te crees una víctima del mundo y que por eso crees que el resto estamos para complacerte. Y de ti, sobre todo de ti, sabía que nunca ibas a decirme la verdad. Que aunque te lo haya preguntado directamente, nunca ibas a decirme qué podía pasar.
Hoy tengo el día torcido. Qué se le va a hacer. Un día de esos en los que juro no volver a hacer un favor nadie, no volver a intentar que todo el mundo esté a gusto, no volver a volverme loco para salvar el culo de nadie, no comerme marrones que no sean míos, no volver a preocuparme de si alguien no tiene amigos o está descolgado, no volver a... Pero sé que no es así. En realidad es uno de esos días en que me odio por gilipollas. Y en que veo tu cara -y la tuya, y la tuya también, y...- riéndote de mí. Dónde vas a encontrar un gilipollas tan grande, ¿no? Mira qué suerte tienes. Que te jodan.
Eso es, hoy es el día de decirte QUE TE JODAN.
lunes, 1 de diciembre de 2008
domingo, 30 de noviembre de 2008
Anexo: El mejor bar de Madrid
Ahí queda.
Y que conste que no me dan un porcentaje ni tengo acciones. ;-)
jueves, 27 de noviembre de 2008
El Viajero, ese bar para gente sin amigos
Los que vivís en Madrid, o habéis salido por La Latina, lo conocéis seguro. Es ese bar que tiene esa terraza tan mona que en verano está hasta el culo y en invierno también. En verano se torran y en invierno se congelan.
Pero El Viajero mola. Y a mí me molaba. Hasta que he ido un par de veces, por aquello de las segundas oportunidades.
Será que mueren de éxito que hacen la selección de sus camareros en función de los bordes o lo incompetentes que sean. Será. Mi primera visita a El Viajero, tras muchos meses pasando delante y diciendo "algún día entro, cuando esté menos lleno". Llegó el día y felices los dos, encontramos una minimesa en la terraza. Aunque fuera noviembre ahí que estábamos más felices que perdices con nuestros martinis. Y ya que estábamos pedimos de comer; dos tostas y una pizza. Nada complicado.
En la barra -que sólo servía a la terraza- 5 camareros. Alguno o iba emporrao o se le olvidó ducharse para despejarse. Pedimos. El camarero, majo pero en la parra, vino a la mesa 4 veces a preguntarnos qué habíamos pedido que no lo había apuntado, a decirnos que no había atún, a decirnos que champiñones no, a decirnos que sólo tostas, a contarnos su -puta- vida. Aún nos duraba la felicidad de haber encontrado mesa en la terraza y con el moco colgando seguimos haciendo gala de nuestra paciencia. 15 minutos, media hora... ¡¡1 hora!! Ya nos hartamos y se nos fue de golpe el buen rollo de la mañana soleada pero fría de noviembre.
Vamos a la barra de la que, por cierto, habíamos visto salir miles de pizzas y tostas camino a otras mesas que habían pedido más tarde. Reclamamos. Nos piden paciencia. ¿Más? Nos pareció mal irnos y no nos fuimos. Nos comimos las tostas -de mierda- y la pizza -peor todavía- y pagamos religiosamente. Ni propina ni nada.
Mi segunda visita un sábado a la tarde. Éramos 8. Entramos. No había sitio y los dos pisos de arriba estaban cerrados. Nos pusimos en la barra y pedimos. Vemos una mesa y nos sentamos. Viene la camarera con cara de perro. Ni hablar, sois muchos para una mesa de 2. Perfecto, pero ya hemos pedido, hay sillas... Da lo mismo, tenéis que buscar una mesa más grande, así que levantaros. Ya, pero entonces deberíais decir a los que están en mesas de 4 y son sólo 2 que se levanten. Ni por esas. Os quitais porque molestais ahí en medio. ¿Y en la barra no? Tenéis las bebidas puestas, las tomáis o las dejáis, me da lo mismo.
Bueno, pues ahí se quedaron en la barra y la camarera echando espuma por la boca. De buenas maneras seguro que aún estaríamos ahí de txikiteo pero a malas...
Así que llegamos a la conclusión de que El Viajero es un bar para gente sin o con pocos amigos. Que es un bar donde a los camareros les pagan poco o les explotan o, simplemente, en el que contratan a los más bordes del lugar. Que es un bar de moda que no mola nada.
Conclusión: nunca volveré a El Viajero. Porque no mola y porque problablemente se quedaron con mi cara después de haberles dejado con 8 copas compuestas y sin novio. Que se jodan.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Te regalo la luna
Están locos estos rusos. Y los americanos, que seguro que tiene algo que ver. Quizá los chinos, que mire bien el código de barras el ruso, que lo mismo los chinos le han encajado una Luna Lunera Made in China. Que se ande con ojo.
Y su novia encantada de la vida. Y el resto ojipláticos. Ya sabéis, nada de diamantes, deportivos... el regalo de moda: un trocito de luna.
martes, 25 de noviembre de 2008
Un película dura
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viernes, 21 de noviembre de 2008
Mi teoría sobre los departamentos de Recursos Humanos
Se divide sólo en tres puntos:
- Voto por un dpto. de RRHH dentro de la empresa siempre que se dedique exclusivamente a nóminas y formación, algo que en ningún caso decidirían ellos. A quién se le da tal o cual curso o la subida anual de cada empleado serían tareas de los jefes.
- Voto por un dpto. de selección totalmente independiente del resto de la plantilla de la empresa. Es decir, voto por una consultora externa. Así se obtendría más imparcialidad en los procesos para bien y para mal. Menos enchufes y menos puteos. Total, cuando están integrados en la plantilla, hablando siempre de empresas grandes, claro, no siguen el día a día de las labores de cada empleado, con lo que no pueden saber más que por terceros si funciona -o no- bien el susodicho.
- Voto porque las personas que quieran dedicarse a RRHH hagan primero una carrera, dando lo mismo cuál, y después un segundo ciclo o curso de inmersión de uno o dos años en RRHH. Cada consultor de RRHH -tomando la consultora externa por opción- sólo llevaría procesos de selección para elegir puestos relativos a su carrera o similares. Es decir, los médicos/farmaceúticos/... seleccionarían su rama; los abogados, abogados; los periodistas, lo mismo; y así, sucesivamente.
Esto es como todo, cada uno confecciona sus teorías en función de la propia experiencia.
jueves, 20 de noviembre de 2008
miércoles, 19 de noviembre de 2008
lunes, 17 de noviembre de 2008
jueves, 13 de noviembre de 2008
París se me resiste
Sin duda, hay alguna razón que se me escapa por la que no tengo que ir a París. Es evidente. Y mejor no tentar a la suerte.
Nueva York también se va quedando en el tintero año tras año.
Algún día iremos. A París. A Nueva York. A Tokio. (...).
martes, 11 de noviembre de 2008
lunes, 10 de noviembre de 2008
¿Dónde me siento? - Crónicas de autobús
Para situarnos: Miranda de Ebro, 9 de noviembre de 2008. Un frío que pela y nosotros en la trasera del Land Rover sentados esperando el bus. Es una parada rara la de Miranda, en medio de la nada, en frente de una gasolinera, al lado de un hotel. Con un frío a medio camino entre burgalés y vitoriano, y el moco colgando.
Ahí que estábamos felices de parloteo, comprando unas patatas para el viaje, unos chicles, con la botella de agua llena y con lectura más que suficiente (After Dark, de Haruki Murakami, gracias James). Cargado como un burro, dejo la maleta abajo y me subo el portátil y la cámara. Me despido y escaleras arriba llego al bus. Busco mi asiento, mi plaza de siempre.
Y busco, y busco, y busco... y al final pregunto "¿Y la 54?". "Nada, que no hay", me responde el de al lado, un tipo grande y piernilargo, "yo tengo la 53". Total que él se sentó en la 50 y yo en la 51, al otro lado. Pensé en ir a hablar con el conductor pero no parecía que el autobús se iba a llenar así que pasé. Acomodé mi ordenador, puse la cámara a buen recaudo lejos de la calefacción y me acomodé yo también.
Para qué buscar un buen sitio lejos de la calefacción si no había. ¡Un frío del carajo! Para qué llevar libro, ¿que la gente quiere leer? ¡Que se lleven un casco de minero con su lucecita, qué monos estarían todos! ¿Que quieres apoyar los brazos? ¡Mejor haz gimnasia y sostenlos 4 horas en el aire! Y así, con un frío polar, si luces y sin apoya brazos, empezó mi viaje de vuelta. ¿No era bastante fastidio ya que fuera domingo? ¡Pues ala ahí!
Dormido me quedé al run-run del autobús y en eso que llegamos a Burgos y en mi empanamiento dominguero había olvidado yo que en Burgos parábamos a recoger más incautos pasajeros, compañeros de desdichas.
Y suben, y suben, y suben... Y se llena el autobús y llegó el momento. "¿Qué plaza tienes tú?", le preguntan al grandullón. "Yo la 53 pero como no hay me pongo en esta, ya ves". Y la señora: "ya, pero es mi plaza y el que no tiene plaza eres tú". Y el gigantón: "ése no es mi problema, señora, que a mí me han vendido una que no existe". Poco amable y ahí quedó embutido en su mini asiento con sus maxi piernas dobladas de manera extraña.
Se sentó al final la señora a mi vera y yo me levanté para hablar con el conductor. Amablemente lo solucionamos todo y la señora, que lo único que quería era un asiento, se trasladó a las primeras filas. El autobús completo y yo el único con asiento doble para mi solito.
Feliz de la vida, reorganicé mis pertenencias y me dispuse a dormir. Y un suspiro de felicidad salió de mi boca mientras el patudo de al lado murmuraba por los bajines. ¿Y qué culpa tengo yo que mido metro y medio de que tú que mides casi 2 tengas que ir embutido? No me afectó su cara de cordero degollado y, por supuesto, ni le ofrecí cambiarle el sitio. Como él dijo, "no es mi problema".
Él, que me veía bajándome del bus mientras se grapaba a su asiento. Él, que pensó que un ataque es siempre una buena defensa. Él, que acabó doblado cual trapillo en un mini asiento de un autobús prehistórico y destartalado. Me reí internamente. Dios me castigará por esto. ¡Je!
viernes, 7 de noviembre de 2008
Caldo de pollo
Mi vida ha cambiado. Se acabaron las largas colas en Carrefour para comprar un par de zanahorias pochas y una lechuga de plástico: el mercado abre hasta las 20 h. Mis manzanas huelen a manzana desde el día que lo descubrí, los tomates a tomate... y siempre tengo naranjas de zumo porque me las regala el frutero. Ya es mi amigo. Estoy también en vistas de hacerme colega del de la pollería. He conseguido que me dé 2 esqueletos de pollo en vez de uno. Ahora sonreiré para conseguir un hueso con algo de carne para que mi caldo tenga más sustancia. Siempre me acuerdo del cuento de la sopa de piedra cuando pienso en el caldo.
Compré zanahorias, compré pechugas de pollo y por eso me dieron el esqueleto merecido y el regalado, compré cebollas, compré verduras, compré frutas y las naranjas de zumo por mi cara bonita. Y con toda la compra, volví a casa feliz como hacía tiempo. Carrefour me quita la alegría. ¡AH! ¡Y vaya aguacate! El señor aguacate, grande, verde, tierno... en su punto. Mis ensaladas nunca volverán a ser las mismas.
Ingredientes para el caldo de pollo:
- Esqueleto/s (a mí me daban dos) de pollo
- Hueso con carnecilla pegada (en su ausencia, poner imaginación)
- Zanahorias al gusto
- 1 o media cebolla (pelada y en gajitos)
- Agua
- Sal
Y así, tan sencillo.
Llegué a casa y puse una cazuela (grande) con agua (importante que sea fría). Metí los esqueletos, las zanahorias, la cebolla y el ausente hueso (hice como que lo metía, quien no se consuela...) y encendí el fuego a tope. Al principio hay que ponerlo al máximo para que hierva cuanto antes. Luego cuando lleva un rato burbujeando hay que bajarlo para que siga pero con más calma.
Que no os pase como a mí, me lié y cuando volví a la cocina estaba todo inundado de caldo de pollo. Caldo de pollo por todas partes.
Total, que lo bajas y ahí lo dejas (plop, plop, plop). Cuanto más tiempo, mejor se hace -yo lo tuve hora y media a fuego lento- y cuanto más tiempo, más concentrado te sale. Es decir, que cuando te apetezca y te guste, lo sacas del fuego.
Ya lo tienes fuera, pues lo cuelas, le echas sal y lo dejas reposar. Si te gusta con grasa, lo dejas enfriar sin más y si quieres quitarle la grasilla pues lo puedes poner en la terraza para que se enfríe antes y luego quitas la capa de grasa que se queda por encima.
Una vez hecho esto, lo pones en botes y lo puedes congelar o dejarlo para el día siguiente o para lo que quieras, no te voy a decir yo para qué quieres un caldito...: para un arroz caldoso, para una paella, para un caldito sin más, para consomé... con Tío Pepe, con estrellitas, con letras, con fideos, con yema de huevo, con jamón... Para los papás, para los hijitos, para los abuelos... Para todos.
Con la receta de mi madre. O de mi abuela. Supongo que de mi abuela o de la madre de mi abuela. O de la madre de la madre de la... O de todas. Cada uno hace suyas las recetas que cocina. Yo nunca las sigo al pie de la letra, sobre todo porque siempre me falta algún ingrediente y añado otros que tengo que usar para que no se me caduquen... La próxima vez no se me olvidará el hueso.
¡Que aproveche!
miércoles, 5 de noviembre de 2008
El vaso saltarín y la inglesa gigante
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Fue en Londres, en la fiesta de Halloween. Era divertido ver a la paquiderma dar saltos como si se creyera gnoma y pequeñita. Era divertido verla coger la columna como si estuviera en una barra de striptease, contoneando su poderoso trasero -por grande- al son de un ritmo desconocido para el resto. Era divertido hasta que la inglesa gigante cayó sobre mí con todo su peso.
Acabé rodeado por sus brazos recibiendo sus disculpas de borracha y las risas que se le escapaban. A ella y a sus amigas-de-talla-normal-. Visto desde fuera tenía que ser gracioso. Ella debía ser sin duda la tipa más grande del bar y yo el único liliputiense con cojones para meterse en un bar de de gulliveres. Hasta me hizo gracia a mí la imagen. Mucha más que el vaso de cerveza (cerveza inglesa, en vaso más grande, tamaño paquidermo) que me tiraron por la espalda.
martes, 4 de noviembre de 2008
Paseando por las calles londinenses me encontré con Mickey Mouse
lunes, 3 de noviembre de 2008
lunes, 27 de octubre de 2008
miércoles, 22 de octubre de 2008
La culpa la tienen Adán y Eva
Porque si no fuera por ellos yo hoy no tendría que estar aquí en mi oficina. "Ganarás el pan con el sudor de tu frente", dijo Dios.
Una maldición. El trabajo es una maldición.
Yo quiero pasearme desnudo por el Edén, dando saltitos de alegría, comiendo todas las frutas que quiera (menos manzana, coño, ¿tan difícil era?), siempre morenito, buen tiempo, procreando sin tener que pensar en si les hago una putada a mis hijos trayéndoles a un mundo de mierda en el que invertirán el 80% de sus vidas trabajando.
Además, ¿quién en su sano juicio elegiría una manzana teniendo fresas, frambuesas, uvas dulces...?
Yo quiero ser Adán. A Eva que la jodan. Ella cogió la manzana.
lunes, 20 de octubre de 2008
viernes, 17 de octubre de 2008
Lo que tenga que ser...
Soy de esos. De los que venden la piel del oso antes de cazarlo, de los que hacen las cuentas de la lechera, de los que se agobian -y celebran- todo antes de tiempo.
Parece que, después de 5 meses, las cosas se van aclarando. La piel estaba bien vendida y las cuentas bien hechas -aunque con retraso-.
Sin riesgo no hay éxito. Estoy feliz.
miércoles, 15 de octubre de 2008
La Guerra de las 8.30
El metro, la verdadera guerra. Señoras entradas en años que se creen las dueñas del mundo y empujan con los codos abiertos, niños petardos que lloran porque no quieren ir al colegio, adolescentes con mochilas que ni el mejor levantador de piedras, ejecutivos cagaprisas… Y tú en medio de todo preguntándote por qué coño no eres el hijo de Bill Gates.
Te sientes medio sardina, medio Vicente. No puedes salir de la corriente casi ni para bajar a tu andén, te llevan arrastrándote por los pasillos del metro y cuidado no te descuides que puedes acabar de vuelta en casa sin saber ni cómo llegaste. Bendito metro.
Sales, hace ya temperatura invernal pero tú ni sientes ni padeces. Empiezas a quitarte abrigo, jersey… Y del metro a la oficina terminas de rematar la jugada para asegurarte de que, sí, mañana (casualidad, mañana es sábado) estarás griposo. Poco a poco recuperas las formas de tu cuerpo. Te deshaces de la marca del codo de la gorda tetona en tu costilla derecha, de la esquina del maletín del engominado en tu pantorrilla izquierda, de la patada del mocoso en la espinilla… Vuelves a ser tú.
Llegas al torno, vas a pasar la tarjeta y ¡sorpresa! te acuerdas de que te la dejaste en casa, justo al lado de las llaves de casa, que también has olvidado. Te acreditan y consigues entrar. Llegas a tu sitio, dejas las cosas y entras en la cocina, necesitas un café. ¿Cómo es posible que haya 20 personas metidas en 8 m2??! Pues sí, ahí están todos. Y tú con tus legañas y tus pocas ganas de hablar te vuelves a tu silla, enciendes el ordenador y haces tiempo. Terminan y vuelves en busca del café salvador. No es tu día de suerte, la marabunta se ha acabado el café, la leche… ni un triste azucarillo que chupar.
Odias a todos, odias el mundo. Y odias tu adicción al café por las mañanas. Buenos días.
martes, 14 de octubre de 2008
viernes, 10 de octubre de 2008
martes, 7 de octubre de 2008
lunes, 6 de octubre de 2008
Snow Show
miércoles, 1 de octubre de 2008
lunes, 29 de septiembre de 2008
La gran aventura de viajar (en autobus)
Ahí estaba yo muerto de cansancio sin poder dormir. Al final adquirí la habilidad de dormir con un ojo abierto y otro cerrado, vigilante de sus manos y boca; quién sabe qué nuevo elemento sacaría el sujeto de ahí.
El caso es que el tipo parecía normal cuando le saludé al llegar e instalarme en mi -minúsculo- asiento (en la última fila, ventanilla de la derecha, como siempre, uno tiene sus manías). El viaje empezó bien, otros defectos tendría el chaval pero no el don de la palabra, cosa que le agradezco porque tenía pinta de escupir al hablar y, bueno, hacía el "dos para mí, uno para ti" con los mocos...
Al principio pensé que el muchacho era reconvertible y le ofrecí un kleenex, indirecta que él no cogió -lentito- porque me dió las gracias y se lo guardó en el bolsillo. Me dió una tregua de 5 minutos (cronometrados) y volvió con su sinfonía y su gran repertorio; que si me meto el dedo en la nariz, que si resoplo, que si me muevo, que si... Y así estábamos cuando el buen hombre cayó sopa. ¡Y tanto que cayó! De repente su cabeza estaba en mis rodillas y como un resorte le pegué un empujón -que llevaba consigo toda la rabia y el cansancio- con el que se acabó su sueño.
Acabamos por vigilarnos mutuamente. Yo a él, a sus mocos y demás. Él acabó con un ojo pa´tudela de tanto mirarme por el rabillo del ojo, intentando que no me diera cuenta de cuándo hacía un excursión. Aterrorizado le tenía pero ahí seguía el elefante pelotillero resoplando cual ballena y haciendo competición consigo mismo a ver cuál de sus municiones llegaba más lejos.
Hacía yo todo tipo de aspavientos ya sin disimulo y ensayé mi peor cara de loco -ojos desorbitados incluidos-, hasta que conseguí que dejara de resoplar y, ¡Dios existe!, de sacarse mocos y darles forma.
No utilizó mi pañuelo pero cuando quedaba hora y media de viaje, se quedaron varios asientos libres y se cambió. Ahí, por fin, respiramos los dos. Y yo pude echar una cabezadita (era la 1 de la madrugada).
Es evidente que nadie le dijo de pequeño que su nariz se convertiría en la de un elefante ni le cantaron la del "soy minero".
jueves, 25 de septiembre de 2008
Miguel
He de decirlo, me gusta cómo dice que saca las fotos (y he comprobado que muchas veces –no siempre- es así). A veces me divierte sacar fotos fuera de la realidad pero odio colocar luces aquí y allá, odio tener que cargar con un equipo inacabable y estar más de 2 horas colocando todo. Su “menos es más” lo voy a hacer mío. Una cámara y punto. Y, si es muy necesario, una luz. Las 2 horas son para pensar la fotografía. Me gusta. Como él dice, "¿quién coño tiene una luz que le viene de la cabeza como si fuera un puto santo?".
Decía que Miguel acaba siéndole simpático a uno. A pesar de su ridículo pelo pajizo o rojo. O rojo desgastado. A pesar del negro eterno de sus ropas y su aire de perdido. A pesar del tono rosado de su piel. Y, sobre todo, a pesar de su absurdo sentido del humor que te hace reír por la poca gracia que tiene. Lo mismo que su aspecto desaliñado.
He visitado su web. Porque Miguel es un fotógrafo famoso y tiene web. No le creí el primer día, no por lo de famoso; no sé por qué no podía imaginarme sus fotos más allá de fotos de calendario de alguna marca alcohólica. He visto que algunas de sus fotos rayan la suciedad (refiriéndome a la mirada) pero sin llegar a ella. Un equilibrio difícil de conseguir. O te pasas, o te quedas corto. Miguel se queda ahí, justo en el límite. Y eso que él tiene pinta de hacer fotos para camioneros.
En el fondo es un tipo al que le gusta oírse. Habla mucho, de fotografía pero siempre acaba refiriéndose a sí mismo. Dice que está en una época de reflexión, que ha dejado de ganar mucha pasta para hacer un viaje por el mundo de la fotografía y por él mismo. Y me lo creo. Porque es un tarado, en el buen sentido -que ahora le tengo simpatía-. Un loco que vive dentro de una cámara de fotos, rodeado de libros. Se dió cuenta de lo que le faltaba por aprender –aprehender, dijo él-.
La fotografía es tan amplia como queramos y es necesario limitar el área por la que queremos movernos para no volvernos locos. Él lo hizo durante un tiempo y ahora es cuando ha decidido ver no dónde esta su límite sino el de la fotografía en sí. Capaz de dejar tirada a la mujer amada por hacer una foto, Miguel vive por y para la fotografía. Claro que la gente da sorpresas, y Miguel tiene pinta de darlas. No me sería difícil imaginarlo vestido de tirolés en medio de una montaña nevada. Después de todo, tiene pinta de alemán, con su acento de vete tu a saber dónde. Me he enterado de que es catalán.
Y, después de pasar del odio al amor, he de decir que cumplió -con creces- su objetivo. Salí de clase con ganas de retratar el mundo, las personas, de hacerme autorretratos, de limitar mi campo de acción… O de sentarme delante de una foto y observarla.
Ha conseguido lo que ningún profesor de la escuela ha hecho: devolverme la ilusión por tomar fotos. (Dónde la perdí).
Algunas de sus frases: A veces el problema es la comunicación, el exceso de comunicación / ¡¡A la mierrrrda!! / Hay que saber qué fotos no quiere uno hacer / Hay que limitar el estudio porque te vuelves loco (leer, leer) / ¿Y si hablara un rueda? Os imagináis las de kilómetros que habrá hecho… / Estamos en un momento de reflexión sobre este mundo que está hecho un guiñapo / Correr más es pegarse la hostia antes / Más reflexión y menos Cartier-Bresson… Anda, mira, ¡si rima! / Porque el gusto es como el culo, todo el mundo tiene uno / Tu dinero es tan válido como el de otros y lo has ganado haciendo fotos. ¿Habéis probado a llenar el carrito hasta arriba? Pensar en ese día y en que lo has llenado haciendo fotos, te hace pensar que eres la hostia / Es taaaaan funny... / Si no conocéis Nueva York, vuestra vida no está completa
Así es.
lunes, 22 de septiembre de 2008
Una sorpresa y una buena película
Lo mejor:
*Es una película para verla en versión original. No sólo por la voz de tonta del culo que le ponen al doblar a Scarlett; hay cambio de idioma en las conversaciones y Penélope siempre está mejor cuando no se dobla a sí misma (qué empeño pone la chiquita y qué mal resultado cuando lo hace, mil veces mejor así).
*Ver que la Penélope de "Volver" no fue un espejismo. Nunca me ha gustado cómo actúa y, poco a poco, me va ganando.
*Ya lo he dicho, pero insisto, la voz de Scarlett.
*Bardem (como siempre).
Lo peor:
*¿A qué viene ese cartel de la película? No me gusta.
* La mitad de la película está fuera de foco. Supongo que tratándose de Woody Allen tendrá algún sentido y lo habrá hecho adrede pero, desde luego, no lo parece... Aunque claro, gran parte del equipo no era el suyo.
*Que se nota que Barcelona está metida con calzador hasta en el título. Que sí, que queréis convertir Barcelona en la ciudad de moda. Hay maneras más elegantes de hacerlo.
Puntuación: 9 (por aquello de que nunca hay que dar un 10)
viernes, 19 de septiembre de 2008
Coruña
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Hoy es el día
Primero ha sido un gorrioncillo que no podía volar. Deberían enseñarnos cómo llamar a los pájaros para que se acerquen porque me he pasado mi cuarto de hora ahí y mis señales no han surtido efecto y el pajarillo se ha quedado ahí entre las cuatro ruedas, justo en el medio.
Sigo andando y me encuentro un gatito de no más de un mes y medio solo, negro, con las patas y la tripa blanca y los ojos amarillos -"Mamá, te prometo que me estaba mirando y me maullaba a mí, no he podido dejarlo en la calle... ¿me lo puedo quedar? ¡porfi, porfi, porfi!"-. He ido al logopeda y he vuelto y ahí seguía con los mismos ojos -"Me miraban, de verdad, va en serio"-. Un gato juguetón. La primera vez se ha asustado por un coche y se ha metido debajo de otro. He conseguido que saliera pero seguido se ha ido a un jardín cercano. A la vuelta del médico, ahí estaba, -"Me estaba esperando, es el destino"-, he jugado un rato con él mientras hacía llamadas para ver quién podía adoptarlo o, por lo menos, a ver quién podía acogerlo temporalmente hoy porque a la oficina no iba a poder llevármelo... Entre una cosa y otra, el gato se volvió a asustar.
Lo he dejado ahí, en el jardín privado de la urbanización en la que se ha colado, convenciéndome de que su madre estaría por ahí y no quería ser yo quien convierta en Madelaine al gatito. Su familia gatuna andaría por ahí maullando tristemente -"Parecen niños cuando maullan"-.
No obstante, siempre me quedará la duda de si los animales tienen realmente sentimientos humanos o somos nosotros, los dueños de mascotas, quienes se los atribuimos. Claramente si coges un animal de su hábitat natural y le encierras en una jaula o en un zoo, el animal sufrirá y el cambio de situación le causará estrés. ¿Pero hasta qué punto echa de menos a su familia, su árbol, su campo... y no es simplemente el cambio de situación el que le crea el malestar?
Hablando de zoos. Creo que no hay que tener pena por los animales nacidos en cautividad ya que, para ellos, su entorno es en el que han nacido, no hay estrés ni cambios de ambiente por lo que están perfectamente habituados. Dicen que perdieron su instinto pero realmente -yo opino que- nunca lo tuvieron, como el que nace ciego. Otro cantar son los que son hechos presos ya adultos y se les arranca de la selva o la montaña para encerrarlos para uso y disfrute de los humanos.
Nunca me gustarán los zoos.
lunes, 15 de septiembre de 2008
Lunes, martes... ¡¡viernes!!
Y, de repente, uno se da cuenta también de que las semanas pasan volando y, por raro que parezca, los dos días de fiesta se expanden y parecen durar mucho más que el resto de la semana. Será que, según estreno una semana, fijo mis ojos en el viernes y según veo que el domingo se acerca intento frenar la llegada del lunes.
Así, semana tras semana... ¡ya estamos en septiembre! Oficialmente, se acabó el verano.
jueves, 11 de septiembre de 2008
Tic tac, tic tac...
Es mentira que podamos ser "Peter Panes" hasta que nos venga en gana. Lo que digo es que nos hacen creer que ahora la vida es más larga y que somos jóvenes eternos. Yo opino que no. Opino que una persona de 35 años no puede hacer la misma vida que uno de 25. Para algo debería valer la experiencia, los años vividos, los errores cometidos...
Lo difícil del asunto es que todo está montado para los niños grandes. Y de repente te das cuenta de que en realidad sí querías haber tenido un término medio; ni una vida como la de tus padres, ni seguir haciéndote dos coletas a los 40. Nunca es tarde pero es verdad que el reloj no se para ni da marcha atrás.
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Ojito
Antes volvías de vacaciones, llegabas a la oficina y, como mucho, veías 24 ó 36 fotos por compañero. Ahora el que menos tiene 100 fotos que quiere que todos vean y, por supuesto, todas comentadas. Y tú, ahí, de pie al lado de su ordenador, te las tragas toditas.
Antes se sacaban las fotos que de verdad se querían tener para recordar el momento. Ahora se trata de joder al personal sacando su peor momento para luego colgar en Internet la instantánea. Y aunque me sacaran el perfil bueno, ¿quién te ha dicho que yo quiero que distribuyas mi foto por email a todos los amigos o que me apetece que la cuelgues en Facebook o similares? Aquí no funciona el "si no quieres que te hagan algo, tú no lo hagas". Porque yo no lo hago. Y ya ves tú.
Un peligro, ya lo digo, un peligro. ¿Cómo le llaman? ¿La "democratización de las cámaras digitales"? Algo así. Nunca estuve tan en contra de la democracia. Voto por la dictadura más pura. No a las cámaras compactas digitales. Y el que quiera tener la foto, que pague el revelado y escanee el papel. Vamos, que digo yo que algún esfuerzo tendrán que hacer los hijosputa, ¿no? (como me dijeron ayer, yo -lo de hijoputa- lo digo desde el cariño y tú escúchalo desde la comprensión).
martes, 2 de septiembre de 2008
La Década Prodigiosa - Los 80...vas a enloquecer 1989
Pufff... recuerdos de viajes, de comics debajo de los libros de estudiar...
martes, 26 de agosto de 2008
Joder con la valenciana de los...
Ala, Bárbara, maja, ¡a tomar viento!
lunes, 25 de agosto de 2008
Para M.
jueves, 21 de agosto de 2008
Plumillas...
Hasta dónde informar, hasta dónde se puede llegar sin pisotear la privacidad y sin pasarse por el aro la calidad humana y los principios que uno pueda tener. Claro que no todo el mundo tiene principios y hay quien considera la imagen de un cadáver chamuscado información de interés público.
Ayer todos nos estremecimos con la noticia del accidente de Barajas. Más de cien muertos (y eso que empezaron por 7), que se dice pronto. Información del vuelo, horarios, tipo de avión, consulta a expertos, etc., etc., etc. Información pura y dura.
Y llegó el morbo. Imágenes de los heridos por doquier, imágenes de los familiares en shock (algunos hablaban, los menos), imágenes de los voluntarios y equipos médicos también bastante afectados (como en la guerra, decían).
Incluso a un espabilado -supongo/espero que el becario de turno o un plumilla venido de la prensa del corazón (lo cual dice bastante de sus principios profesionales)- se le oyó preguntar, micrófono en mano "¿Alguna declaración?" a un familiar lloroso y desesperado que acababa de llegar al aeropuerto. Increible pero cierto.
Según dijeron, existen imágenes del lugar del accidente -a pocos minutos de que se éste produjera- grabadas por personal sanitario y voluntarios que se acercaron a echar una mano. Y, según dijeron, un juez ha prohibido su emisión. Un aplauso para él. Aunque, como esto es España y no EEUU donde tienen el culo pelado en cuanto a censura se refiere, esas imágenes saldrán a la luz pública.
Además de avergonzarme, hoy es el día también en que me alegro de haber dejado atrás mi etapa de reportero de calle y haberme dirigido por otros derroteros.
sábado, 16 de agosto de 2008
R.E.M- Everybody hurts En concierto Live 8
Es así. A veces hacemos daño. A veces nos lo hacen a nosotros. Como todo, hay que ver la intención. ¡Suerte!
Hombres G - Devuelveme A Mi Chica
¡Winifer!
Sandwich de pepino y patatas con sabor a cebolla... mmmmm... acuérdate de traerme patatas con sabores raros, de esas bolsas gigantes llenas de minibolsas. Y contesta a los mails ;-)
¡Buen viaje!
viernes, 8 de agosto de 2008
¿Qué pasó con mi tiempo libre?
Parecía fácil. Terminas el cole, te sacas la correspondiente titulación, haces prácticas y te pones a trabajar.
¡Iluso!
El mercado laboral es un juego diabólico. Nadie te dice que pienses muy bien qué quieres ser antes de elegir una carrera. No vale que te guste la carrera porque tienes que ver a qué te podrás dedicar y qué puertas te cierras. Nadie te dice que elijas muy bien en qué empresas y haciendo qué haces las prácticas los primeros años porque eso determinará en qué sector vas a desarrollar tu carrera profesional. Nadie te dice que es practicamente imposible cambiar de sector a no ser que seas director y entonces, por supuesto, puedes hacer lo que te venga en gana. Nadie te dice que hay que trabajar durante la carrera como si te fuera la vida en ello.
Y, por supuesto, nadie te dice que a los 30 tienes que llegar con varias maletas: una con el MBA, dos más para los dos idiomas (trilingüismo es la palabra de moda), otra para los cursos de formación que hayas hecho por tu cuenta y por cuenta de las empresas en las que hayas trabajado, una más para tus estancias en el extranjero de prácticas, estudiando o trabajando... Ahí es nada.
Y lo dice el mercado. Qué mercado. El mercado laboral.
Estamos en crisis (ah, no, desaceleración económica, chúpate esa), ni aún con todo esto podrás conseguir el trabajo que quieres. ¿Qué trabajo quieres?
Después de años haciendo currículum, estoy hasta la... la nariz, vamos a no ofender. Harto que estoy de hacer mil cursos, ya no me acuerdo ni de en cuántas empresas he estado de prácticas (sin cobrar). ¿Y todo esto para qué? ¿Quién va a devolverme en días libres los años que trabajé durante la carrera? ¿Y los que invertí en clases de inglés, mecanografía, informática, marketing y su puta madre? ¡Me los devuelvan!
Así, que, después de todo esto, ¡que le den al mercado! Me voy de vacaciones.
De hecho, ESTOY de vacaciones.
jueves, 7 de agosto de 2008
Desencuentros
Esperé en el banco de debajo de casa a que llegaras y llegaste, tú sí, puntual como un clavo. Porque puntual no es el que llega quince minutos antes si no el que llega a la hora acordada, ni antes ni después.
Dos besos, cuánto tiempo, bonita camisa, bonitos zapatos, bonita tú, bonito yo. Qué bonito. Bonito todo, el restaurante al que fuimos -bonito recuerdo-, el bar de después, la barra y las velas. Bonito.
Y yo tan contento que me fui / Y tan triste que te fuiste tú. Después de tanto tiempo y todo parecía estar bien / mal, todo. Y ahora me vienes con ésas / Y ahora me escribes. Sorprendido me quedo.
Quizás tengas toda la razón o, quizás, ninguna.
Es curioso cómo cada persona tenemos tan diferente percepción de lo que está pasando (lo que tú crees que está pasando, lo que realmente está pasando) que hasta puede parecer que ha estado cada uno en un lugar y momento diferente.
Cómo será que cada uno hemos pensado lo contrario -y tan contrario-. A veces pasa. Me dió pena que pasara. Pero me alegro de que lo hicieras, el escribirme digo.
Ahora entiendo los problemas diplomáticos, las peleas familiares que duran generaciones y las broncas entre amigos por la cortadora de césped.
Malentendidos, desencuentros...
miércoles, 6 de agosto de 2008
Bonito viaje
Iba yo tranquilamente volviendo a la capital, medio dormido en mi asiento... ¡Dos asientos para mí solo! Qué afortunado se siente uno cuando es el único de todo el autobús con esa suerte, ¡que se fastidien! Todo en silencio, todo el mundo tranquilo. De repente, tremenda arcada.
Ahí Dios quiso castigar mi suficiencia y ponerme al nivel del resto de mortales del bus, la vernganza no es buena Sir. La niña, la niña monísima del pelo trenzado a quien yo había sonreído al subir, esa niña se acababa de marear y nos hizo partícipes de su mareo al resto de viajeros. Para qué tanta generosidad, digo yo. Comienzan mis arcadas.
En ese momento olvidé que era una niña simpática con su mamá y sus juguetes para el viaje y pasé a odiar a todos los niños del mundo, por qué tienen que vomitar y por qué tiene que ser en el autobús, ¡precisamente en mi autobús!
En estas situaciones siempre hay un listo de los cojones que se las sabe todas. "Sabes, yo siempre me mareaba cuando era pequeño y mi madre, que siempre iba conmigo, me hacía sacar la cabeza por la ventana para que me diera el aire". Listo, muy listo. Es un A-U-TO-BÚS. No hay ventanas. Siguiente opción; "a veces funciona que se distraiga jugando". Claro, con sus juguetes llenos de vete-tú-a-saber-qué después del incidente.
A todo esto, la madre ni le miraba, la niña pasaba de él y lloraba y los demás estábamos deseando que el tipo se sentara en su sitio en vez de estar en jarras en el pasillo dando voces. Y la madre lo único que quería era un paquete de kleenex para limpiar a la niña y, de paso, pegarse ella una pasadita la pobre.
Le paso los kleenex entre los asientos (¿he mencionado ya que mi penitencia se situaba justo en el asiento de delante de mí? Creo que no. Y yo que me creía con suerte). La madre los coge con la mano pelín manchada. Más arcadas por mi parte (no sé qué voy a hacer si algún día tengo hijos).
Le paso también un chicle de menta. Y la voz del listillo "mi madre siempre me decía que esperara a echarlo todo antes de comer nada". Claro, sólo lleva media hora la pobrecilla, igual le queda el hígado dentro, mira tú. Total, que la mujer le sigue ignorando, intenta pelar el chicle, no puede. Le abro otro y se lo paso sin papel. Se lo da a la niña. Terminan de limpiarse. Me recordó a los animales cuando limpian a sus crías, bonita escena. Me hizo recordar a la simpática niña de las trenzas de colores del principio del viaje. Vuelven mis buenos sentimientos.
Por fin, el espontáneo se da por ignorado, se calla y se sienta. Todos suspiramos. La niña se calma. La madre se relaja. Todo vuelve a estar en silencio. Mis arcadas paran y puedo volver a mi duermevela.
Llego a Madrid.
lunes, 28 de julio de 2008
Todos lo somos
Todos somos buenos. Igual los cristianos estrictos lo tienen algo más difícil para ir al cielo porque, además de los 10 Mandamientos, tienen que cumplir algunos extras (haber elegido muerte). Pero el resto somos buenos. Los 10 Mandamientos se corresponden con la ley natural. Sabemos que matar está mal, robar algo menos mal que matar, etc., etc., etc. Y así sucesivamente.
Pero incluso los que somos buenos y tenemos la conciencia tranquila, sabemos -en el fondo- que no nos va a ser tan fácil pasar el filtro cuando nos miren con lupa. No hemos matado. Pero quién nos dice que no van a bajar puntos las veces que hemos odiado, las veces que hemos querido matar a alguien, las veces que hemos hecho algo de lo que nadie se ha dado cuenta... Esos pecados ocultos de los que nos sentimos inocentes porque nadie los conoce.
Pero resulta que en el mundo hay muchas personas que son buenas, como yo. Tampoco han matado. ¿Y si el cielo se rigiera por la ley de la oferta y la demanda? ¿Y si nuestras posibilidades de pasar la nota de corte dependiera de la cantidad de personas buenas y malas que murieran a la vez que tú?
El cielo tendría que ser enorme para albergar a todas las personas buenas del mundo. Pero tampoco puede coger sólo a las buenas-buenas, porque entonces el infierno tendría que ser mucho más grande que el cielo -y la masa se haría fuerte y quién sabe si no decidirían todos los malos invadir el cielo, hermanarse contra los santos-.
Ahora que aún no me han dicho a la cara cuánto tiempo me queda, debería ir a buscar cobijo en una Iglesia y recuperar mis costumbres de antaño. Pero funciono mejor bajo estrés, hay a quien le pasa.
Si en dos semanas no he escrito, estaré castigado. En una esquina oscura. O bailando con mi túnica blanca. Después de todo, yo soy bueno.
miércoles, 23 de julio de 2008
Acertijo para listos
Un acertijo que me contó mi hermano.
El Sr. López tenía una colección de monedas y decide repartirla entera entre sus 3 hijos. Al primero le da la mitad de las monedas más media. Al segundo le da la mitad de lo que quedó más media y al último la mitad de lo que quedó del reparto entre los dos primeros... más media.
¿Cuántas monedas tenía el Sr. López?
martes, 22 de julio de 2008
lunes, 21 de julio de 2008
Convivir o morir
Aquí, aprendiendo a hacer encaje de bolillos, aprendiendo a comerme mis cabreos cuando llego a casa y la basura rebosa, aprendiendo a callarme y no perseguir al que le toca el turno de limpieza y se lo salta a la torera. Aquí...
Y mira tú que no llevo años ni nada compartiendo piso, unos 6 años exactamente, y no termino de acostumbrarme, no acabo de enterarme que "sentido común" no significa lo mismo para todos.
También debería haber aprendido ya que hay gente que ha desarrollado una gran capacidad para mirar selectivamente (estoy convencida de que las pelusas las ven como flores y los platos sucios como obras de arte, ah, no, que directamente los ignoran).
Somos todos adultos, no hay por qué perseguir a nadie, de hecho, no lo hago. Me abstengo, tomo aire, me encierro en mi cuarto, me voy a dar una vuelta... Y, al final, acabo recogiendo la basura, limpiando los putos platos y recogiendo las pelusas. Y me hago pez globo durante un rato.
Es una época, por supuesto, sería de locos vivir siempre con esta tensión (acumulada y escondida porque me la como con patatas, todo sea por un buen ambiente). En otras épocas, todos sabíamos lo que teníamos que hacer y respetábamos los turnos de limpieza y "sentido común" era lo mismo para todos. Tiempos felices.
Volverán las oscuras golondrinas... ¡¡que vuelvan pronto, por Dios!!