Todo lo que escriba Miguel Delibes, yo lo leo.
Todo lo que haga Lola Herrera, me gustará.
Después de haber visto a Natalia Millán en Chicago, fui a ver la obra con bastantes ideas preconcebidas y con mucho morbo. Lo más obvio es la comparación inevitable con esa grande que es Lola Herrera. Inimitable, inigualable, única. También estaba la incredulidad: ¿podrá la Millán cambiar tan drásticamente de registro y estar casi 2 horas ella sola sobre las tablas y llenarlas?
Sí, Natalia Millán está impresionante. Quizás demasiado joven para el papel de Carmen Sotillo para mi gusto y, en la comparación con Lola Herrera, obviamente, no sale ganadora. Porque Carmen Sotillo y Lola Herrera son una misma persona y Natalia Millán, por muy bien que lo haga, siempre será Natalia Millán interpretando ese papel que Lola hacía suyo. Salvando esto, de verdad, hay que decir que, de todas las actrices de teatro de hoy en día, pocas son tan camaleónicas y tan naturales como la Millán, tanto que no parece que actúe. Aún no me hago de su club, pero al tiempo.
Otra obviedad: la próxima vez, por favor, que elijan como actor para interpretar al hijo a alguno que no haga el ridículo. Lo mismo pasaba con Lola, lo mismo pasa con Natalia. Mucha actriz para tan poco actor. Menos mal que sólo sale dos segundos, lástima que sean al final y no sean al principio para poder olvidar esos dos segundos.
Lugar: Teatro Reina Victoria. C/ Carrera de San Jerónimo, 24 (Madrid)
Fecha: Desde el 12 de enero de 2011
Horario: Miércoles, Jueves y Viernes a las 20h. / Sábados a las 19h. y a las 22h. / Domingos a las 19h.
Precio: 20€ (miércoles 18€, sábados 24€)
Retirarse joven
Hace 15 horas