Llego a clase de foto y me encuentro que están todos apuntando sus mails y teléfonos en una hoja. Hasta ahí perfecto, aunque dado mi poco gusto por "hacer pandi", la verdad, no me hizo mucha gracia, pero bueno, dejémoslo en que me pareció hasta entrañable, qué bonito, gente que se apunta a un curso para hacer amigos.
Resulta que el objetivo de la dichosa lista con mails y teléfonos no era ser todos super-super-amigos sino que era cortar la cabeza de nuestro profesor. Mientras él se paseaba saludándonos inocentemente, ignorante de su próximo destino, mis compañeros estaban confabulando contra él; huelga decir que mientras le correspondían amables y sonrientes a las muestras de simpatía del susodicho.
¡Hombre ya, tanta falsedad!
Por mayoría habían decidido que querían cambiar de profesor porque éste, digamos el Prof. J., no les satisface. Estoy totalmente de acuerdo en que hay otro profesor, llamémosle el Prof. F., que es muchísimo más ameno, que explica mejor las cosas y que, además, está mucho más bueno (me gustaría saber cómo ha influido que el sujeto en cuestión interactúe con simpatía con todas las féminas de clase). Siempre habrá profesores mejores y peores, qué duda cabe.
Sin oponerme a cambiar de profesor (estamos invirtiendo mucho tiempo, dinero, esfuerzo), no creo que la manera sea escribir un email a la dirección de la escuela firmado por todos diciendo que queremos un cambio de profesor. Imagínate que llegas un día a tu trabajo y te encuentras todas tus cosas en una caja y, cuando preguntas, te dicen: "ayer metiste la pata, así que te hemos echado". ¿Dónde quedaron los toques de atención, la empatía...? ¿¡Dónde?!!
El caso es que se me ocurrió decir que me daba pena aunque creía que, claramente, el Prof. F. era mejor que el Prof. J. Igual podríamos hablar primero con el Prof. J. y ver si las cosas cambian en un plazo razonable... Respuesta: "esto es trabajo y en el trabajo estas cosas pasan. No me da ninguna pena porque yo me estoy jugando mucho más que dinero o tiempo, me estoy jugando mi hobby. En mi trabajo me exigen que haga bien las cosas y si las hago mal me echan. No es nada personal pero la vida no es siempre como nos gustaría".
Mis ojos querían salirse de sus cuencas y rebotar y rebotar. Mi boca se quedó todo lo abierta que pudo durante varios minutos.
Evidentemente a esta chica le han hecho mucho daño en su vida y pobre del que sea su subordinado. ¿De verdad que nunca le han dado un toque de atención y le han dejado cambiar de actitud o enmedar algún error?
Qué miedo, de verdad, que haya gente así suelta por el mundo. Que alguien la hipnotice para ver dónde estuvo el punto de inflexión y le ponga en terapia.
Retirarse joven
Hace 15 horas